Editorial de Gara, 06/04/2014

«Gara publica un libro a Jesús Eguiguren -o, si se prefiere, Eguiguren publica un libro con Gara-. Solo a quien no lea nunca este periódico y se guíe por prejuicios le parecerá «rara» esta noticia. No es que en sí no sea noticia, ni que no tenga cierto morbo, por así decirlo. Pero estamos en 2014, y desde estas páginas se lleva mucho tiempo planteando la necesidad de abrir los debates pendientes en este país y de dar otra vuelta a los agotados, aquellos cuyo desarrollo ya ha dado todo lo que podía dar y cuyas conclusiones pretéritas no son útiles para las situaciones a las que nos enfrentamos ahora. Y Jesús Eguiguren ha mostrado una y otra vez, desde una óptica particular y con la autoridad que le confiere no solo su cargo, sino sobre todo su trayectoria, que invierte gran parte de sus energías en pensar qué es lo mejor para la nación vasca y su ciudadanía. Desde este punto de vista, y dado que en contra de lo que piensa mucha gente los periódicos no son -no deberían ser- órganos, esta colaboración es totalmente normal.

 

Falta menos de una semana para que «Euskal Herria. Por un nuevo nacionalismo, vasquismo y navarrismo» llegue a los kioskos y los lectores puedan valorar qué les parece interesante y qué no. Hoy en una entrevista se avanzan algunas de sus tesis y algunas opiniones del autor sobre la realidad vasca. Por el momento cabe adelantar que el país que dibuja Eguiguren es bastante mejor que el que tenemos actualmente, casi desde cualquier punto de vista. No obstante, lógicamente, el presidente del PSE defiende un país que, si bien él considera que debería tener derecho a decidir -aunque con una formulación distinta de la habitual-, seguiría ligado a los estados español y francés.

 

Premura de debates estructurales

 

Son debates importantes, sin duda, pero no los únicos. Y consideramos que en este país se ha perdido la costumbre de debatir. No de discutir, de pelear, sino de debatir. Cuando menos de hacerlo en términos dialécticos, con el noble objetivo de contraponer tesis y antítesis y de llegar a algún tipo de síntesis. No se puede afirmar que sea consecuencia directa de las dinámicas generadas por la fase anterior del conflicto, pero es evidente que estas no han ayudado. Las diferentes estructuras de poder no quieren debatir nada cuyo resultado no conozcan de antemano. Es decir, solo quieren informar de las conclusiones -disfrazadas de debate- a las que han llegado ellos. Y quieren que el resto las asuma como propias. La consecuencia lógica es que esos debates no se dan, apenas se plantean.

 

Pero están ahí. Nuestra actualidad política y social demuestra una necesidad apremiante de debates estratégicos. Incluso dejando de lado las consecuencias y las causas del conflicto stricto sensu -en las que, si bien de un modo heterodoxo, se centra el libro de Eguiguren-. Aquí exponemos algunos, sin ánimo exhaustivo.

 

Por ejemplo, dos años después de la muerte de Iñigo Cabacas, continúa sin darse un debate serio sobre el modelo de seguridad que necesita el país. Es evidente que el actual está viciado por el conflicto armado. Junto al concepto de seguridad debe haber una reflexión sobre las libertades, y el modelo policial debe ir asociado tanto a datos actuales como a escenarios futuros.

 

En el tema de la energía, las decisiones que vienen desde Madrid promueven un modelo centralizado, dependiente y privatizado totalmente ajeno a los intereses y necesidades de la sociedad vasca. Existe una reflexión al respecto en proyectos de soberanía energética, pero este debate debe traspasar esos ámbitos. Nuestra dimensión es un elemento central de este y de otros muchos debates.

 

Las relaciones laborales son una constante en toda intervención pública tanto de sindicalistas como de empresarios. Las propuesta de LAB y Koldo Saratxaga, cada uno desde su ámbito y con sus claras diferencias, las posiciones de ELA, por un lado, y de la patronal, por otro, y la pasividad de las administraciones muestran que el debate está sobre la mesa, pero lejos de ser fructífero.

 

La crisis de Fagor debería haber lanzado un debate serio sobre política industrial y el tejido productivo. Ha destacado la perspectiva sociolaboral a corto plazo, importante sin duda, pero limitada. Expertos como Sabin Azua han planteado desde estas páginas la necesidad de replantear algunas de las decisiones tomadas hace décadas y ahondar en otras. Como mínimo, sería importante comenzar un debate serio al respecto.

 

La banca y el sistema financiero son otro de los temas que comparten urgencias e importancia. La privatización de Kutxabank se va a dar sin un debate serio, basándose en postulados falsos, intereses y prejuicios. Aunque sea de manera periférica, en este y en otros de los temas, la relación entre lo público y lo privado es un tema transversal que también debe ser abordado.

 

Es necesario retomar el debate sociolingüístico. Tres décadas después, miles de estudiantes salen de las escuelas sin saber apenas cuatro palabras en euskara, una lengua que solo nos tiene a los vascos para que la cuidemos. Asimismo, los vascos tenemos otras muchas lenguas que cuidar y aprender, empezando por el castellano, el francés y el inglés. Nuestros ratios en esta área son penosos.

 

La vertebración territorial es otro tema crucial, algo que abarca desde la relación entre medios urbano y rural hasta las infraestructuras, el transporte… Mucho de ello se ha decidido contra los intereses de Euskal Herria.

 

La lista de cuestiones y las perspectivas son ilimitadas, pero conviene ordenar, jerarquizar, diseñar el modo de abordarlas. En todo caso, creemos firmemente que se deben abrir estos y otros debates y consideramos que es también función de los medios de comunicación ayudar a que tengan lugar. Al menos del nuestro».

 

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