Vuelta y vuelta

por mariano ferrer – Domingo, 1 de Noviembre de 2009

 

Creo tener derecho a esperar que la Ertzaintza además de la porra fuera capaz de manejar el diálogo

Atiende a lo que hacen, no a lo que dicen. Dicho de una u otra forma, es un consejo que todos hemos escuchado alguna vez y que viene bien a la hora de calibrar la fiabilidad ajena (y, por supuesto, también la propia). Pues bien, si con algo se llena la boca el departamento de Interior es con la necesidad de deslegitimar la violencia. Vayamos de las palabras a los hechos.

Allá por el pasado mes de mayo, el Grupo de Trabajo Bidea Helburu, miembro de la histórica asociación de objetores guipuzcoanos, iniciaba la preparación de las VIII Jornadas de No Violencia activa que acaban de celebrarse este fin de semana. Querían incluir en el programa una mesa redonda que reuniera a dos representantes de la Policía, o de Interior, con otros tantos activistas sociales. La iniciativa pretendía crear un precedente de diálogo y escucha mutua desde la convicción de que tiene que ser posible encarar los conflictos en coordenadas de no violencia. Sobre la mesa, una pregunta concreta:

-¿Existen a día de hoy mecanismos adecuados que permitan tanto a los activistas sociales como a la policía afrontar los conflictos y la acción política desde la no violencia?

-¿En qué tienen que cambiar la policía, los agentes sociales y la propia sociedad?

El planteamiento aspiraba a disponer de una doble perspectiva: la vasca y la catalana. Los Mossos d»Esquadra dieron su visto bueno sin problemas: lo consideraron un tema «de total interés y actualidad, en el que estamos trabajando y sobre el que hemos debatido mucho». Conscientes de que, por razones al alcance de cualquiera, la gestión con el Departamento de Interior vasco no iba a ser tan sencilla, los organizadores recurrieron a un intermediario de la confianza de ambas partes para establecer el contacto adecuado y, una vez designado el interlocutor, procedieron a la negociación en la que se expuso con toda sinceridad el propósito y los detalles de la iniciativa, incluidas las dificultades que convenía anticipar para su buen resultado.

Omitiré los detalles de una negociación de cinco meses, pero sí precisaré que el interlocutor, un muy alto cargo de la Ertzaintza, se prestó al diálogo desde el primer momento («me parece un proyecto muy interesante…; ojalá podamos avanzar en esa vía de la no violencia…; me comprometo a buscar un ponente para la jornada»), recibió a los organizadores y respondió personalmente a sus misivas. Pero daba largas a la respuesta definitiva que no llegó hasta el 21 de octubre, a una semana de la celebración de las Jornadas. La sorpresa no fue tanto la negativa, como su argumentación: «He tratado de buscar un ponente… al primero de los seleccionados le surgieron problemas personales… no ha sido posible encontrar un sustituto… dado lo avanzado de las fechas me han comentado que es imposible preparar su participación con un mínimo de profundidad y dignidad dado el elevado nivel del resto de los ponentes».

Los organizadores no se rindieron. Trataron de hacer ver el perjuicio que suponía tan tardía renuncia («no terminamos de comprender las razones. Se supone que desde Interior están marcadas las directrices de actuación y de que éstas pueden ser explicadas por cualquiera de los mandos o especialistas que tiene la Ertzaintza»). La última respuesta fue una atenta disculpa que reformulaba un tanto los términos de la negativa. La resumo: existen directrices sobre esas materias, pero lo que el ponente sustituto pudiera decir en respuesta a las posibles preguntas en el debate «se enmarcaría en respuesta institucional y, aun siendo mando del Cuerpo, carece de ese grado de representatividad».

Hubo todavía un último intento, con participación positiva del interlocutor, pero ya era demasiado tarde para que la persona adecuada pudiera aceptar.

Juzgue el lector. ¿Es posible que haya tal dificultad en Interior para encontrar una persona capaz de mantener el tipo en el debate propuesto? Han sido cinco meses. Creo tener derecho a esperar que la Ertzaintza además de la porra fuera capaz de manejar el diálogo.

Noticias de Gipuzkoa 31/10/2009

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