Documento presentado al Ier Taller de trabajo sobre “Convivencia y la Concordia: el papel de las víctimas del terrorismo y de los movimientos sociales, organismos educativos y pacifistas” en la Casa de la Paz Bakearen Etxea de Aiete Donostia.

Agradecemos la invitación recibida para asistir hoy a esta Casa de la Paz y los Derechos Humanos de Aiete, y lo hacemos con ánimo de compartir, al menos, dos presupuestos:

1. Creemos que un taller de trabajo como el que nos reúne debe convertirse en un ejercicio de acercamiento, respeto, escucha mutua y entendimiento entre diferentes. Los puentes son para transitarlos en ambos sentidos. No se construyen para que sólo los demás se acerquen a nuestro territorio. Hay que surcarlos por ambas partes: existen “los otros”, escuchémosles/escuchémonos. Pero, además de ese mutuo reconocimiento, ¿podemos ir más allá y romper con ese nosotros-ellos sin tener que dejar por ello de ser quien somos cada cual? Así, convivencia sería un proceso natural de reparación del tejido social.

Si entramos en ese proceso, ¿cuál sería nuestra labor en una situación como la actual, que quisiéramos esperanzadora y que pudiera facilitar la construcción de nuevos puentes y ampliar los ya existentes? Este es uno de los puntos previos a considerar en el día de hoy: ¿cómo posibilitamos que en esa primera persona del plural estamos todas las sensibilidades que convivimos en un mismo espacio?, ¿cómo evitamos la distorsión política que suele ser frecuente en este tipo de conversaciones?, ¿acompañamos este proceso de convivencia que puede abrirse o nos perpetuamos en nuestras posiciones de salida?…

2. En la actualidad se mantienen prácticas y discursos que, desde posiciones diversas, siguen realizando fotografías incompletas o borrosas de las vulneraciones de derechos humanos, y que sólo sacan tomas parciales o que dirigen el teleobjetivo a planos que tratan de ocultar realidades notorias.

Los derechos humanos no pueden trocearse como las fotos parciales. Necesitamos un compromiso y un consenso para guiarnos por el derecho internacional de los derechos humanos, por todos los derechos proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en el resto de normas internacionales sobre derechos humanos. Tenemos que mantener una posición coherente de reconocimiento de los hechos que suceden a nuestro alrededor. Y es posible que ello nos lleve a cuestionarnos algunos de nuestros presupuestos particulares.

Es verdad que ha habido y hay quien, para justificar sus acciones violentas, plantea la existencia de otras violencias por parte del Estado. Esto no es admisible desde un punto de vista de derechos humanos. Lo que no quiero para mí no quiero para los demás. Pero tampoco debe ser justificable que con la excusa de lo anterior se cierren los ojos y se niegue la existencia de otras vulneraciones de derechos humanos ajenas a las de ETA.

Elementos para el acuerdo o el disenso, hacia la convivencia y concordia mutuas

Paralización inmediata de todo tipo de violencia, amenazas, hostigamientos…
Romper el esquema fijo de amigo/enemigo, leal/traidor…
Una verdadera reconstrucción de la convivencia requiere incluir a todas las partes en liza: en palabras del lehendakari Agirre, recordadas estos días, supone “saber curar las propias heridas y las ajenas”.
Carmen Magallón plantea la cultura de la prevención desde el cambio del sistema de valores y la recuperación de la “cultura de sostenibilidad de la vida” tradicional y natural de la mujer.
Un mayor conocimiento de las personas que mantienen posiciones contrarias contribuye a la convivencia en la discrepancia.
No está en manos de los Estados el núcleo de la resolución del problema de la convivencia entre las personas que nos encontramos en la tienda, en el bar, en la escuela… En el mejor de los casos, los Estados promulgan leyes, y con retraso. Es en la vida cotidiana donde la gente puede asumir conjuntamente con la “otra” un proyecto de convivencia compartido.

Las víctimas

Que todas las víctimas se sientan respetadas, reconocidas y resarcidas.
Que las víctimas no sufran un nuevo proceso de victimización haciéndoles rehenes y cosificándolas en su papel al servicio de intereses partidistas puntuales o estratégicos, de unos y de otros.
A misma conculcación, mismos derechos. Como dice Carlos Martín Beristain: igualación moral del sufrimiento y equidad en el trato a las víctimas: centrado en el tipo de la violación y no en la autoría.

Tal como lo hace el documental “Mujeres en construcción”, de Begoña Atín y Maite Ibáñez, no diremos hasta el final a quién pertenecen estas palabras que voy a citar entrecomilladas seguidamente, porque lo importante es lo que dicen.

Además de las víctimas de ETA y de, incluso de las de grupos como BVE, Triple A o GAL, de las que puede hablarse aún de “la existencia de un alto nivel de impunidad global, en algunos casos” y de “déficits y carencias en lo que respecta a los derechos que formalmente les son reconocidos”…

“sabemos y constatamos, la existencia de otros casos de victimización derivados de otras vulneraciones de derechos humanos producidas en el contexto de la situación de violencia que ha aquejado a la sociedad vasca. Frente a esta realidad incuestionable, tenemos dos opciones: pasar página como si no hubiera existido, o como si fuera una anomalía meteorológica pasajera, o abordar esta cuestión desde el rigor (…)

“El desarrollo de la idea de la deslegitimación de la violencia terrorista requiere para ser creíble y completa una respuesta de los poderes públicos a todas las situaciones de victimización injusta provocadas en el marco del contexto violento vivido en Euskadi en las últimas décadas. Una respuesta que no equipare lo que no es equiparable, que prevea tratamientos diferenciados, no miméticos, cierto, pero que responda a parámetros de justicia de la que son acreedoras todas aquellas personas que sufrieron un mal que no se merecían.

“Alguno dirá que esta reflexión no toca o que es inoportuna en estos momentos. Por una u otra circunstancia siempre será inoportuna. (…) No sería de recibo que al cabo de cuatro años nos encontráramos en la misma situación. Es algo que no nos podemos permitir como sociedad que pretenda suturar algún día heridas que aún condicionan nuestra convivencia”.

En este caso, además de lo que se dice, es importante quién lo dice. Esta no es una reflexión de Demagun, es un extracto de la comparecencia de  la directora de Atención a las Víctimas del Terrorismo, leída en Gasteiz ante la Comisión de DDHH del Parlamento vasco el 30 de junio de 2009. En aquella ocasión, Maixabel Lasa habló en primer lugar de las víctimas de ETA.

Igualmente, unos meses después, el 22 de diciembre, el Parlamento Vasco, por unanimidad, desde el PP a Aralar, aprobó “continuar con el denominado ‘Informe de víctimas de vulneraciones de derechos humanos derivados de la violencia de motivación política’ (…) desatendidas hasta la fecha, avanzando de esta forma en su reconocimiento”.

Sabemos que estas intenciones encuentran dificultades y barreras en sectores importantes, de ahí que la sociedad civil puede ayudar desde iniciativas como ésta de Aiete.

Perdón y/o reconocimiento del daño

El perdón significa cosas distintas para cada cual.
No debe exigirse ni se debe insistir en ello. Ni olvido ni perdón obligado.
Tiene que partir de uno mismo. Lo mismo que con la reconciliación.
Otra cosa es potenciar la cultura del perdón. Como defiende Juan Gutiérrez, hay que diferenciar el perdón  que busca victoria/derrota (que no tiene nada que ver con la reconciliación) del perdón que supone reconocimiento del daño causado.
Sí se puede exigir que se reconozca el daño causado.

Algunos ejemplos: relata el diario El País (17/07/2002) que “en un gesto cargado de simbolismo y que fue recibido como una prueba de su compromiso con el proceso de paz”, el 16 de julio de 2002 el IRA pidió perdón para las víctimas civiles causadas por sus atentados realizados en sus 30 años de actividad (de sus 1.800 víctimas, 650 fueron civiles): ‘Ofrecemos nuestras sinceras disculpas y condolencias a sus familias’. A su vez, el Gobierno británico pide perdón el 15 de junio de 2010 por la “famosa matanza” (14 personas) del Domingo Sangriento -Bloody Sunday- en Irlanda del Norte, el 30 de enero de 1972, porque «ni estaba justificada ni es justificable». En su discurso en los Comunes, el primer ministro británico, David Cameron, admitió estar «profundamente consternado» por lo que hizo aquel día el Ejército británico (El País 16/06/2010). A su vez, Mauricio Funes, en calidad de presidente de El Salvador, pidió perdón en nombre del Estado salvadoreño por los crímenes de guerra y asumió la responsabilidad del Estado: “Esta disculpa debería servir para dignificar a las víctimas y contribuir a sanar sus heridas y las de todo el país”. El mandatario ha dicho que los escuadrones de la muerte que lo perpetraron «actuaron bajo la cobertura, colaboración, aquiescencia o participación de agentes estatales. Una Comisión de la Verdad creada por la ONU ha culpado como responsable intelectual del asesinato del arzobispo Oscar  Romero en 1980 al mayor del ejército Roberto D´Aubuisson, fundador de la Alianza Republicana Nacionalista (COPE, 24/03/2010). Viniendo a nuestro caso, se ha dado a conocer el texto que están dando a firmar en las cárceles: “Tras una reflexión personal, de forma libre y sin injerencias, manifiesto sinceramente mi ruptura con ETA. Asimismo, expreso mi pesar por el daño causado a personas, todas inocentes, a sus familiares y a la sociedad, por mi actuación en la organización ETA. En lo que esté de mi mano, me comprometo desde ahora a reparar el daño causado y muestro mi solidaridad y cercanía con las víctimas” (El País, 10 de octubre de 2010).

Propuestas generales:

Posible objetivo de este I Taller: Crear una red transversal, con un interés común: el compromiso con la paz, la libertad, la convivencia y la concordia entre diferentes. Los acuerdos serán el punto de partida de la red, mientras que los disensos se recogerán y se irán debatiendo ordenadamente en sesiones sucesivas de futuros talleres.

Se debe poner en estrecha conexión la actividad de la capitalidad cultural de Donostia 2016, especialmente de su área “Conviviendo”, con la programación de la Casa de la Paz y los DDHH de Aiete.

Consecuentemente con ello, se debe favorecer un cambio cultural y educativo de comportamientos y de nuevas formas de resolver los conflictos y las confrontaciones que se dan en este comienzo de siglo, mediante una programación a desarrollar desde esta Casa de Aiete.

Debemos repensar la acción pública y la construcción comunitaria.

Elementos a impulsar:

Seguir extendiendo la cultura y valores de la no violencia y de la paz.

Deslegitimar la violencia allá donde se encuentre. Confeccionar un mapa de lugares, espacios, patrimonio, actos… que indiquen los puntos rojos.

Realicemos una historia inclusiva y compartida. Pretender hacer una única, y por tanto parcial, lectura histórica de lo acontecido no traerá más que nuevos enfrentamientos estériles. Caminar, en cambio, hacia una historia compartida e inclusiva facilitará el cierre de heridas.

Actividades concretas a realizar con “Conviviendo”:

Hermanamiento del Centro de Aiete con el Liceo René Cassin de Baiona, principal redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Cassin, nacido en Baiona, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1968.

Puesta en marcha de talleres de escucha mutua entre sensibilidades políticas diferentes, entre víctimas de índole diversa… para romper el desconocimiento del sufrimiento ajeno.

Abrir el Jardín de la Memoria a toda la victimización injusta, para que verdaderamente sea un ESPACIO COMÚN donde se pueda recordar y homenajear a todos nuestros seres queridos de una forma incluyente.

Confeccionar una publicación de ejemplos de no violencia históricos y presentes que hayan tenido lugar en Donostialdea (a modo del libro “500 ejemplos de no violencia. Otra forma de contar la historia”, de Bidea Helburu, que recoge desde la negativa del teniente coronel carlista Joaquín Julián Alzáa a bombardear la población civil de Donostia desde Oriamendi, al círculo de sillas que dos veces al mes se realiza actualmente, y desde hace tres años, en el Bulevar a favor de abrir caminos a la paz). Para ello, se pediría a todos los centros de enseñanza (de todos los ciclos), euskaltegis, asociaciones de jubiladas y jubilados, asociaciones de todo tipo… que escribieran tres acontecimientos, gestos, actos, decisiones… de interés social que hayan sido construidos de forma no violenta y que merezcan ser recogidos en la publicación. Asimismo, se pediría a historiadores, investigadores, analistas, sociólogos… que paralelamente aportaran otros tres ejemplos cada cual. Un equipo haría la selección.

Convocar un simposio mundial de comisiones de la verdad, justicia y reconciliación en Donostia. Desde 1974 se han creado alrededor de 40 comisiones, más de la mitad de ellas en los últimos diez años. Se trataría de conocer su experiencia y aquellos aspectos positivos y negativos de los procesos que cada una de ellas ha llevado a cabo.

Se puede programar un ciclo de expresiones artísticas y culturales de noviolencia y antibelicistas: conciertos, cineforums, feria de publicaciones… de expresiones artísticas de los países del Golfo, de la ex Yugoslavia, de Irlanda, de Chechenia, de Irak, de Sahara… y de recuerdo de lo que fue Vietnam, Chile, Argentina…

Propuestas para seguir debatiendo:

Declaración institucional de Donostia como localidad contraria al uso de la violencia y de las guerras para encarar los conflictos.

Ninguna subvención para el militarismo.

La conmemoración en 2013 del bicentenario de la destrucción de la ciudad de Donostia, puede ser un buen momento para proponer otra cultura basada en el esfuerzo colectivo de la sociedad civil, para reconstruir la ciudad y las relaciones sociales, y no para reproducir batallas y escenas bélicas que hacen apología de los verdugos y no de las víctimas. Alguien tiene que hacer pedagogía de paz y de deslegitimación de esa cultura de violencia que, aunque no razonada, está extendiéndose. Es el caso de Andoain, donde se proyecta conmemorar las batallas entre liberales y carlistas, en lugar de poner los esfuerzos en rescatar los aspectos positivos y de concordia de la sociedad civil en aquellos años.

Una cultura que oculta la tortura es una cultura enferma, hipócrita.

Se debe humanizar la política carcelaria y se debería acercar a las personas presas a su lugar de origen, especialmente a las madres lactantes o con criaturas menores de 3 años, a inmigrantes con arraigo en este territorio y a personas presas con enfermedades

Es necesaria un mayor concreción y delimitación de lo que debe entenderse por organización y grupo terrorista. Debe llevarse a cabo una revisión de los macrosumarios iniciados por la Audiencia Nacional particularmente a partir del denominado 18/98, en especial respecto de aquellos supuestos en que no ha habido delitos de sangre, para analizar en qué supuestos de condena por “pertenencia” a banda armada o “colaboración” no se trata, en realidad, de una condena por “afinidad ideológica” sin prueba de cargo respecto de conductas terroristas en sentido estricto.

ANEXO:

Según la Subdirección General de Atención al ciudadano y de asistencia a las víctimas del terrorismo, las distintas ramas de ETA y CAA han matado a 829 personas (486 miembros de las Fuerzas Armadas y Cuerpos Policiales y 343 civiles) en 3.600 atentados, que han causado asimismo entre 3.500 y 5.500 personas heridas, según fuentes. Entre los dos informes de la DVAT y de DDHH del Gobierno vasco sobre víctimas de vulneraciones del derecho a la vida y a la integridad física y psíquica, son 175 las personas muertas por la violencia policial y de los grupos parapoliciales o de extrema derecha. También se recogen en el segundo informe 600 casos de personas heridas y ejemplos representativos de las miles de personas que han denunciado haber sido torturadas. Según fuentes, entre 6.000 y 9.000 casos.
Contamos además con personas amenazadas de todo tipo, con alrededor de 2.000 personas con guardaespaldas, cientos de niñas y niños huérfanos, personas destrozadas y con secuelas físicas y psíquicas por atentados o situaciones violentas de diverso signo, violaciones sexuales con motivación política, secuestros con derivas diferentes, agresiones de índole distinta, muchos casos de impunidad…“Todos somos víctimas en cierta medida” o “todos somos víctimas del terrorismo de alguna forma”, contestaba con ambas frases el señor Alcaraz, entonces presidente de la AVT, en el periódico “Abc” el 29 de marzo de 2006, a las preguntas que se le formulaban. En ese “todos”, ¿quiénes entran? ¿Entramos todas y todos?…
Fuera de la conculcación directa de derechos humanos existe otra bolsa de sufrimiento que debe tenerse en cuenta en el futuro, para un tratamiento a determinar, y que abarca a otras 200 personas fallecidas. En este grupo se encuentran policías y militantes de ETA suicidados, disparos fortuitos mortales entre cuerpos policiales diferentes, familiares y amigos de presos que pierden la vida camino de las prisiones, muertos en enfrentamientos armados o por sus propias bombas, muertos por descargas eléctricas…