Un día de vacaciones
JAVIER OLAVERRI 04/04/2010
Siguiendo la tradición, hoy habrá algunos vascos que celebren el Aberri Eguna, pero la mayoría estaremos de vacaciones. Ciertamente no estuvo afortunado Sabino Arana al elegir el Día de la Resurrección como fecha de la patria vasca, porque al contrario de lo que deseaba y pensaba el líder del PNV, hoy la sociedad vasca es profundamente laica en vez de católica, con lo que la semana santa se ha convertido en un ensayo masivo de diáspora y no queda prácticamente nadie en casa para celebrarlo.

En realidad el mito del Aberri Eguna está excesivamente agrandado, porque tampoco en el pasado ha sido gran cosa. Antes de la guerra civil sólo se celebró en cuatro ocasiones, siempre convocado por el PNV. Con la guerra civil y la dura represión franquista, el PNV fue incapaz de convocarlo y solo se reinició la «tradición» en 1963, cuando un pequeño y entonces recién nacido movimiento nacionalista de Iparralde llamado Enbata, tuvo la ocurrencia de convocarlo en la pequeña localidad labortana de Itxaso, por influencia de los primeros refugiados de ETA.

Federico Krutwig relata ácidamente, en unas memorias inéditas, su recuerdo de aquel primer Aberri Eguna de la postguerra. Acudieron al acto muchas personas de Euskadi Sur, con txistus y todo, lo que dio ambiente a la fiesta y se plantó un retoño del árbol de Gernika. Tras la comida se cantó el himno universal de los vascos, el Gernikako Arbola. Pero ya entonces se pudieron ver las diferencias internas de los vascos. El militante del PNV Jesús Solaun recorría todas las mesas para ver si conseguía hacer cantar el Gora ta Gora, el himno del PNV, pero sin el menor éxito. Como dice Krutwig nadie le seguía al bueno de Solaun porque la letra de ese himno es «universalmente desconocida».

Por su lado, los chicos de ETA también tuvieron su momento estelar cuando descubrieron a unos policías infiltrados en el acto y le dieron una buena somanta a un conocido comandante de la benemérita.

A partir de ahí todos casi todos los Aberri Eguna han reflejado la profunda división vasca. Bajo el franquismo, era habitual convocar dos Aberri Eguna, uno por el PNV y otro por ETA, como medio indirecto de medir sus fuerzas y su capacidad de movilización. Con la transición hubo algunos Aberri Eguna unitarios, es decir al que acudían no solo partidos nacionalistas vascos sino partidos de otras ideologías, pero ese espejismo duró hasta 1978.

Desde entonces el Aberri Eguna sólo refleja lo que hay en nuestra sociedad: falta de un mínimo común denominador que permita festejar a todos los ciudadanos vascos un día concreto, y menos el Aberri Eguna sabiniano, como su día de la patria, Y sin esa complicidad ciudadana no hay fiesta que valga. Los estados oficiales suplen la falta de entusiasmo de sus ciudadanos con la facilidad burocrática que da el poder organizar un desfile más o menos vistoso, con cabra de la legión incluida, y contar con que se junte una pequeña multitud entre familiares de los que desfilan y los miles de curiosos turistas que se aburren por la ciudad.

Pero no es nuestro caso, donde a la falta de entusiasmo por este tipo de cosas se une el juego de la múltiple división interna, a manera de un juego de muñecas rusas.

La primera gran división es la que se produce entre los que creen que el Estatuto, o el Amejoramiento Foral, es el marco de juego adecuado para los vascos de hoy y los que han convertido su lema político en hundir ese Estatuto.

Pero la división hunde sus raíces también entre los partidos nacionalistas vascos. Una gran división radica entre los que creen que hay que hacer política pegada a la realidad institucional, es decir que contemplan diferenciadamente el marco de la CAV, el de Navarra y el de Iparralde, (donde por cierto se darían con un canto de los dientes con cualquiera de los dos marcos anteriores) y los que suspiran por una Euskadi (que ahora algunos vuelven a llamar EuskalHerria, pues hasta ahí llega el paroxismo de la división) unida e independiente.

Pero es que incluso cuando se habla de independencia no se sabe de qué habla cada cual. Pues mientras que para unos esa Euskadi independiente tendría que ser parte de la Unión Europea, otros se oponen a ello o guardan un silencio sombrío sobre esta importante cuestión.

Más aún. Quienes dicen querer ser independientes pero dentro de Europa se vuelven a dividir en dos grupos: unos que entiende que eso solo es posible «seduciendo» a España (y a Francia) para que lo permitan y otros que solo conciben la independencia como un acto unilateral, porque creen que esa independencia en Europa nunca será concedida por los españoles (de los franceses ni se habla)

En este último grupo ya no es que no haya nuevas divisiones, sino que no hay ni siquiera posición definida sobre cómo, en el supuesto de que se consiguiera esa independencia por un acto unilateral de los vascos, iba el nuevo estado vasco independiente así constituido a formar parte de la UE. Pues hay que recordar que para entrar en la UE hace falta el voto a favor de todos los miembros de la Unión, es decir también de España y de Francia, lo que no parece fácil de obtener tras un acto de separación realizado como un desafío.

Así que, no esta mal que nos pille el Aberri Eguna de vacaciones.

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