Antonio Maestre    eldiario.es   15/02/2020 – 20:40h

Ramón Tejero sale del cementerio de Mingorrubio tras el segundo entierro de Franco.

Ramón Tejero sale del cementerio de Mingorrubio tras el segundo entierro de Franco. FERNANDO SÁNCHEZ

Establecer como delito el enaltecimiento del franquismo y la apología de sus crímenes es un paso en la línea adecuada que nos equipararía con los países de nuestro entorno que establecen como delitos contra la democracia cualquier expresión de odio, de exaltación del nazismo y de negación del Holocausto como elementos fundacionales de sus estados democráticos. Sin embargo, hacerlo hoy en España, en las actuales condiciones jurídicas, sociales y de cultura democrática es un error histórico de cálculo que incide en lo simbólico perdiendo de vista lo estructural. Un camino incapacitante que impedirá una política de memoria efectiva, justa y que sirva para construir un país más digno.

Se han dado multitud de argumentos a favor y en contra de la instauración de este delito. En lo que respecta a la libertad de expresión no hay que perder mucho tiempo, no es el debate para fijar posición al respecto e impide analizar el fondo de la cuestión. En España los delitos apologéticos llevan fijados muchos años. La mayoría de los que ahora se escandalizan han defendido con actuaciones represivas estos tipos penales para silenciar a la disidencia o cualquier opinión discrepante que pudiera encajar en los tipos penales preexistentes de manera intimidatoria.

Un debate historiográfico entre Ernst Nolte, próximo al revisionismo histórico, y Jürgen Habermas. Nolte defendía en un artículo publicado en el Frankfurter Allgemeine Zeitung que el nazismo no fue una singularidad alemana, sino una reacción apartada del camino alemán como respuesta al imperialismo estalinista y que sus crímenes eran mucho menores que los ocasionados en la URSS. En definitiva, defendía que el nazismo fue una reacción defensiva al estalinismo. Jürgen Habermas fue el principal autor contrario a estas ideas, ya que mantenía que el revisionismo de Nolte era una estrategia política servida al gobierno conservador de Helmut Köhl para construir un orgullo nacional que necesitaba excluir al nazismo de su propia identidad.

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