La Axiología es la rama de la Filosofía que estudia la naturaleza de los valores y juicios valorativos. Vamos a intentar hacer un pequeño ejercicio de Axiología, para lo cual necesitaremos echar mano de un poco de Deontología, cuyo objeto de estudio son los fundamentos del deber y las normas morales que tienen los profesionales de una determinada materia.

 

Queremos proponer estas reflexiones porque determinados medios de comunicación, ciertos políticos, y bastantes tertulianos, al referirse a las personas excarceladas tras la derogación de la ‘doctrina Parot’, parecen haber carecido de la más mínima Deontología, despreciando -en muchos casos intencionadamente- los principios básicos del Derecho

En un país medianamente civilizado, cuando una persona condenada a una determinada pena ha cumplido la misma, y por tanto ha saldado su deuda con la sociedad, esa persona recobra la libertad con todos sus derechos íntegros. Esto implica, claro está, que vuelven a ser iguales de facto ante la ley, como el resto de la ciudadanía. Eso implica, asimismo, que las tentaciones de discriminarlos, impidiendo que puedan ser candidatos en elecciones o privándoles de subsidios para los que cumplan todas las condiciones requeridas, podría llevarnos, en último término, a otra sentencia del TEDH, reprochando retroactividad prohibida, igual de impecable e indiscutible desde un punto de vista jurídico que la anterior.

Sin embargo, determinados ‘opinadores’, faltos de mejor argumento, han recurrido al uso de afirmaciones despectivas con la motivación de ofender. Read More →

 

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Vicenç NavarroCatedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra

 

Antonio Elorza, Catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, y columnista de El País, raramente escribe un artículo sobre lo que él llama “nacionalismos” sin que los insulte. Elorza utiliza dicho término, nacionalismos, para definir a los partidos catalanes que consideran que Catalunya es una nación, partidos que (la mayoría) han derivado hacia el soberanismo, es decir, hacia el reconocimiento de que la soberanía en Catalunya debería proceder de la población catalana. Elorza, en un artículo reciente (“El péndulo catalán”, El País 20.12.13), considera que estos partidos CDC, UDC, ERC, IVC-EUiA y CUP (en su presentación de la consulta soberanista y de las preguntas de donde se intenta averiguar qué es lo que la población que vive en Catalunya desea) han mostrado unos comportamientos que democráticamente son “impresentables” (la expresión que él utiliza). Read More →

Marcos de Castro

FagorQuizá sea bueno iniciar este artículo marcando el territorio de las ideas que pretendo transmitir, para que se entienda el contexto que lo encuadra: tres ideas-fuerza. Reducir tres afirmaciones a unas cuantas frases tiene el riesgo de abandonar matices, lo que puede reforzar cierto sentido de contundencia, lo que no se pretende. Pero, a pesar del riesgo, creo que es conviene explicitar estos tres ejes:

1º Toda empresa nada, vive y se desarrolla en el mercado. Según sea su capacidad de conquistar a los consumidores será su posibilidad de éxito. Nadie compra por ideología (quizá alguna minoría que conviene tener presente: los emergentes “mercados sociales” que sí convocan a grupos de personas cercanas a planteamientos cercanos a la solidaridad), y lo habitual es que la gente no se relacione con el mercado por afinidad conceptual. Esta fluctuación vital de la empresa, dependiendo de que los productos o servicios que ofrece convenzan al consumidor y sean capaces de competir con otras ofertas similares o de mejor calidad, es lo que condiciona la continuidad. Dicho de otra forma, si se pretende pervivir en el mercado hay que estar muy atento a las demandas del consumidor, a la competencia y a la capacidad de innovación de la propia empresa, estar atento y saber reaccionar. También, cómo no, ocurre esta dinámica en las cooperativas. Si escapan de esta ley la amenaza de su final estará cerca. Read More →

MandelaLa muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad». Son las palabras de Nelson Mandela, una persona que se siente en paz después de haber sembrado paz. No es algo corriente.

Ni siquiera en esta ocasión podemos obviar que durante un tiempo, y después de haber sido admirador de Gandhi, fue líder del brazo armado del Congreso Nacional Africano. Su condena tenía relación con esta situación, aunque la anulación de los derechos humanos en su país era tan brutal como siguió siendo durante los 27 años que estuvo en la cárcel. En cambio, sus reflexiones tomaron una orientación diferente, pues allí supo domar el odio y dio una gran lección de humanidad al mundo que le llevó al Nobel de la Paz en 1993, aunque, bien mirado, tampoco es una garantía. Read More →

ANDRÉS KRAKENBERGER Y SABINO ORMAZABAL  / ASOCIACIÓN PRO DERECHOS HUMANOS ARGITUZ

Reiteradamente se viene debatiendo si tiene carácter político o no el encarcelamiento de determinadas personas. Aquí, en nuestro entorno inmediato, se ha argumentado que en una democracia no cabe ni el concepto de preso político ni el de víctima de violencia de motivación política. Debates conceptuales y apasionados como éstos, aun siendo importantes, nos impiden avanzar hacia una democracia en la que no se produzcan conculcaciones de derechos humanos o –al menos– que se produzcan muchas menos. Además,la pasión denota sentimiento y el sentimiento no siempre atiende a lo racional. Por tanto, pensamos  que, para poder avanzar, hay que intentar introducir en el debate un ingrediente racional.

¿Puede haber presos políticos y víctimas de violencia política en una democracia? Claro que sí. Ningún sistema de gobierno es perfecto, y la democracia tampoco lo es. A eso se refería Winston Churchill cuando afirmaba que la democracia no era el mejor de los sistemas, pero sí el menos malo. Así que, cuanto más mejoremos la democracia, menos imperfecciones tendrá; y también habrá menos casos de víctimas de violencia de motivación política, y menos presos políticos. Una democracia supuestamente tan bien reputada como la británica ha ocasionado víctimas de violencia de motivación política y presos políticos. Recuérdense si no los casos de los seis de Birmingham,los siete de Maguire y los cuatro de Guilford.

Acaso, los diferentes puntos de vista sobre lo que –en rigor– no debería pasar de ser una mera clasificación semántica de categorías penitenciarias, tengan su origen en las revoluciones burguesas contra las monarquías absolutas de origen divino,cuando mucha gente fue encarcelada por oponerse a lo que entonces era el status quo imperante. Entre los que se enfrentaban a esas monarquías absolutas había quien lo hacía utilizando pluma y papel, y había quienes optaron por las armas. Nadie discutía, no obstante, el carácter político de la reclusión que ello originaba. Se les penaba por querer un cambio. De las monarquías absolutas pasamos a las dictaduras, a las monarquías parlamentarias y a los regímenes republicanos. Regímenes, todos ellos, con mayores o menores dosis de democracia; mayores o menores índices de víctimas de violencias de motivación política, y también de presos políticos.

Conviene que las definiciones estén claras: preso de conciencia es cualquier persona encarcelada por su raza, religión, color de piel, idioma, orientación sexual o credo, siempre que no haya practicado la violencia ni abogado por ella. Tan importante, en la definición, es la motivación como el hecho de no haber practicado la violencia ni haberla defendido. Preso político es cualquier persona física a la que se mantenga en la cárcel o detenida de otra forma, por ejemplo bajo arresto, porque sus ideas supongan un desafío o una amenaza para el sistema político establecido, sea éste de la naturaleza que sea. Hay presos de conciencia que no son presos políticos: por ejemplo, en la antigua Unión Soviética se encarceló por su credo religioso a personas que no se oponían al régimen político. Hay presos políticos que no son presos de conciencia, porque en su oposición al régimen utilizaron la violencia o abogaron por ella. Nelson Mandela no practicó personalmente la violencia, pero en determinada fase de su vida abogó por ella en su programa político, lo cual le convirtió,cuando fue encarcelado, en preso político, pero no en preso de conciencia. Tampoco hay que confundir la categoría de preso político con la de político preso. Radovan Karadžic, por mucho que sus motivaciones fueran políticas, fue encarcelado por graves excesos en forma de abusos y violaciones de derechos humanos cometidos en defensa (no en contra) de un status quo político determinado,desde una posición de responsabilidad como parte de ese mismo status quo. Eso lo convirtió en un político preso, no en un preso político.

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Pedro Ibarra Güell, José Manuel Castells y Jon Gurutz Olaskoaga Profesores de la UPV-EHU,

Uno de los retos que tiene la ponencia sobre la paz y la convivencia es el de la construcción colectiva de la memoria: el relato compartido de qué es lo que ha pasado. Parece difícil lograr que surjan definiciones, explicaciones y justificaciones compartidas por todos de lo que ha pasado. Recordemos en esta línea la reciente bronca en el Parlamento tanto sobre el carácter político del conflicto y de los presos, como sobre el tema de la responsabilidad de la violencia. Dificultades analíticas a las que se añaden las contextuales. Pocas ganas tendría que tener Bildu en compartir nada frente a la sistemática, arbitraria e injusta campaña represiva del Estado. Condenas políticas, detenciones, amenazas de ilegalización, juicios políticos pendientes, inmovilismo en la política penitenciaria, etc.

En todo caso merece la pena intentarlo. Para ello no estaría mal introducir algo de racionalidad en la descripción de los hechos que deban someterse a debate de cara a lograr una genérica conformidad sobre los mismos. Racionalidad quiere decir, entre otras cosas, que no se puede negar la existencia de determinados procesos causales porque no nos gustan o porque los consideramos desacertados. Hay que reconocer cómo se desarrollaron realmente, al margen de cómo los interpreten y valoren sus protagonistas, o los afectados, o los espectadores. Con esta ingenua pretensión de enmarque analítico racional -aunque a lo mejor es solo razonable- tratemos de describir algunos acontecimientos sustanciales. En concreto los que como antes indicábamos hacen referencia a la dimensión política del conflicto y a alguna de sus consecuencias. Así lo que sigue puede ser una muestra de lo que creemos podría ser un relato compartido sobre esos hechos. Reiteramos. Es solo una parte de lo que nosotros y muchos lectores de este artículo creen que ha pasado. Pero es una parte en la que todos podrían estar de acuerdo . Y si así fuese, ese acuerdo en ese relato daría mayor consistencia a una deseable y futura convivencia.

En primer lugar, conviene recordar que un significativo grupo de presos (Otegi, por supuesto, pero también bastantes más) están en prisión porque su actividad política ha sido condenada. Se nos dirá que los tribunales han valorado negativamente esta actividad política en cuanto que la misma -dicen- favorecía a organizaciones violentas. De acuerdo. Pero además de lo profundamente injusto que pueda parecernos tal criminalización judicial, el hecho es que la Justicia reconoce que tales presos están en la cárcel por causa de su actividad política. Por tanto en este extremo hay poco que discutir. Son presos políticos. Sin más.

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Cuando termine la recesión habremos perdido 30 años en derechos y salarios

Un buen día del año 2014 nos despertaremos y nos anunciarán que la crisis ha terminado. Correrán ríos de tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos harán creer que ha pasado el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay síntomas de debilidad y que hay que ser muy prudentes para evitar recaídas. Conseguirán que respiremos aliviados, que celebremos el acontecimiento, que depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas.

Un buen día del año 2014, la crisis habrá terminado oficialmente y se nos quedará cara de bobos agradecidos, nos reprocharán nuestra desconfianza, darán por buenas las políticas de ajuste y volverán a dar cuerda al carrusel de la economía. Por supuesto, la crisis ecológica, la crisis del reparto desigual, la crisis de la imposibilidad de crecimiento infinito permanecerá intacta pero esa amenaza nunca ha sido publicada ni difundida y los que de verdad dominan el mundo habrán puesto punto final a esta crisis estafa —mitad realidad, mitad ficción—, cuyo origen es difícil de descifrar pero cuyos objetivos han sido claros y contundentes: hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios.

Un buen día del año 2014, cuando los salarios se hayan abaratado hasta límites tercermundistas; cuando el trabajo sea tan barato que deje de ser el factor determinante del producto; cuando hayan arrodillado a todas las profesiones para que sus saberes quepan en una nómina escuálida; cuando hayan amaestrado a la juventud en el arte de trabajar casi gratis; cuando dispongan de una reserva de millones de personas paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y amoldables con tal de huir del infierno de la desesperación, entonces la crisis habrá terminado.

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